Limpia tu rostro: Comienza por lavar tu rostro suavemente con un limpiador suave, asegurándote de eliminar cualquier maquillaje o productos para la piel.
Deja que tu piel repose: Después de la limpieza, no apliques ningún producto en tu piel durante al menos una hora. Esto permitirá que tu piel vuelva a su estado natural y que puedas evaluarla correctamente.
Observa si tu piel se siente apretada: ¿Sientes que tu piel está tirante y seca? Si es así, es probable que tengas piel seca.
Observa si tu piel está grasa: ¿Tu piel se siente grasosa o brillosa, especialmente en la zona T (frente, nariz y barbilla)? Si es así, es probable que tengas piel grasa.
Observa si tu piel es equilibrada: Si tu piel no se siente ni seca ni grasosa, y no tienes problemas notables, es probable que tengas piel normal o mixta.
Evalúa la sensibilidad: ¿Tu piel es propensa a enrojecerse, irritarse o desarrollar manchas? Si es así, puedes tener piel sensible.
Tócate: Pasa tus dedos por tu piel y siente su textura. ¿Notas áreas ásperas, parches secos o granitos? Esto puede darte pistas sobre la condición de tu piel.
Observa tus poros: ¿Tienes poros visibles y dilatados? Esto podría indicar que tienes piel grasa.